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martes, 8 de mayo de 2018

Una araña contra todo pronóstico

Por Manolo

Bautizada con el nombre de “número 16” por varios investigadores, este fue el nombre con el que se conoció durante muchos años a un arácnido particularmente longevo que vivió en Australia durante más de cuatro décadas. No obstante, a pesar de su increíble edad, esta pequeña criatura de ocho patas recientemente dejó de existir físicamente en el mismo centro de estudios zoológicos en donde fuera criada. Y es que por agregar más curiosidad a su caso, hay que decir que no fue la avanzada edad lo que acabó con la vida de “16”, sino una picadura de avispa, según informaron los científicos encargados de su cuidado y alimentación.

La ejemplar araña, que vivió 43 años en total, pertenecía a la especie “Gaius villosus” que a su vez forma parte del suborden conocido como migalomorfos. Estas últimas son conocidas como arañas escarbadoras porque en lugar de tejer las hermosas telarañas confeccionan madrigueras subterráneas Además, el área de desarrollo de la “Gaius villosus” se localiza exclusivamente en la Isla continente.

De acuerdo con los datos recogidos en un artículo publicado en la revista de Conservación Biológica del Pacifico, la “16” logró superar el récord de años alcanzado alguna vez por un arácnido, que pertenecía a una tarántula la cual falleció con cerca de tres décadas cumplidas.

Gracias a su larga existencia, “Número 16” permitió que los investigadores que se encargaban de su cuidado pudieran realizar pesquisas más profundas acerca de las formas de vida de otros miembros de su especie. Fue hallada en los albores de 1974 cuando los primeros estudios sobre las arañas escarbadoras en el territorio australiano conocido por Wheatbelt aparecieron en la esfera pública internacional.

Su descubridora fue Barbara York Main, especialista australiana que dedicó la mayor parte de su vida al cuidado de la pequeña araña y otros miembros de su especie. Al conocer de la muerte la “16”, la científica de 88 años de edad, aseguro que de alguna forma sentía que había perdido una amiga.

Leanda Mason, investigadora de la Universidad de Curtin, en la ciudad de Perth al suroeste de Australia, afirmó que la “Número 16” fue un espécimen realmente dotado. Su edad así como su alta capacidad de adaptarse a los cambios de ambientes permitió a los estudiosos a su cargo realizar extensos análisis sobre las dinámicas de las escarbadoras en las poblaciones donde crecen.

La científica que acompañó a la “16” en sus últimos años de vida también alabó la labor de la doctora York Main. “Gracias a sus detalladas descripciones, hoy los zoólogos conocemos que las arañas escarbadoras de Australia logran vidas tan alargadas gracias a su propio ciclo biológico. También influyen los ambientes en los cuales les gusta habitar. Por lo general son matorrales llenos de maleza. También cuenta con un ritmo de vida sedentario y un metabolismo extremadamente lento”. También gracias a las pesquisas de la descubridora otros analistas han podido indagar sobre el impacto que los humanos han provocado sobre la especie. La deforestación y el cambio climático son de los aspectos más lamentables.

Por lo general, las “Gaius villosus” suelen poseer vidas de entre cinco y hasta 20 años. Pero lo cierto es que la mayoría de los arácnidos en particular, y artrópodos en general, no logran contar tantos años de vida.

Por lo general son los mamíferos de mayor tamaño como elefantes y ballenas quienes logran sobrepasar la barrera de los 50 años. Por otro lado, el récord de vida en el reino animal recae sobre las exóticas tortugas Galápagos. Esos peculiares reptiles pueden “soplar” entre cien y 120 velas de cumpleaños.

Entre los animales que más viven, se hallan varios que habitan en el agua, ya sea salada o dulce. Tal es el caso de las esponjas hexactinélida (15 000 años) y la epibentónica (1 550 años), la almeja de Islandia (507 años), el tiburón y la ballena de Groenlandia (392 años y 211, respectivamente), el pez sebastes aleutianus (205 años), el erizo rojo (200 años), el pez sebastes borealis (157 años), la tortuga de Aldabra (152 años) y el esturión de lago (152 años).