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viernes, 22 de junio de 2018

Trump, Kim y una cumbre para tener en cuenta

Por Manolo

Incluso el especialista con mayor nivel de información y capacidad de análisis sería incapaz de explicar hasta dónde podrían llegar las consecuencias del reciente encuentro entre Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América (EUA) y su homólogo Kim Jong-un, mandatario de Corea del Norte. Algo de dramaturgia se gestó en un video que el magnate inmobiliario mostró a su “colega” norteño, en el cual básicamente le decía que “si se portaba bien” podría integrarse en el panorama internacional con éxito. Para muchos entendidos, el cara a cara entre ambos personajes prometía ser un antes y después, mientras que para el resto, la cosa tendría un cariz más al estilo de la última reunión del G-7, en donde el ambiente se caldeó hasta el nivel del choque verbal entre los “poderosos”.

También estaba marcando la situación la tendencia de Donald a las declaraciones ambiguas, además de los precedentes que tiene como “chico rebelde” de la política. El resultado de tal incertidumbre es que al final de todo el proceso, todavía no se puede decir a ciencia cierta qué de bueno y qué de malo pasó entre ambos presidentes durante sus conversaciones. Aun así, igual se pueden sacar algunas cosas en claro.

Primeramente, el encuentro enfría las cosas en torno al tema de la guerra nuclear. Por muy negativo que haya sido el “tope amistoso”, cualquier intento de acercamiento entre norcoreanos y estadounidenses representa un respiro para el resto de la humanidad, que ante cualquier disputa entre las partes mencionadas podría sufrir las peores consecuencias. Por demás, el comunicado que suscribieron Kim y Trump, incluso cuando no representa mucho más que un intento, permite pensar que diplomacia aparte, pueden existir ciertos intereses que los mantienen con la idea de debatir sus puntos de vista. Vamos, que cuando menos se peleen y más conversen, todos más tranquilos.

Por la parte occidental, fue importante el hecho de que el Jefe de Estado de Washington diera a conocer que planea suspender los ejercicios conjuntos entre fuerzas armadas de su país y de Corea del Sur. Así, mientras EUA da un paso atrás, espera que los norcoreanos cesen sus pruebas de armas. Se trata de un intento por calmar el ambiente, y prepararlo para cambios de mayor significación. Mientras hizo semejante concesión, Trump mandó un mensaje a Seúl. El problema es que al parecer se trató de una decisión unilateral, la cual no fue consultada al gobierno surcoreano. En resumen, esta maniobra sirve tanto para poner en alerta a los “sureños” acerca de su relación con respecto a los americanos, así como para guiñar el ojo al Kim con una posibilidad de división entre el Distrito Columbia y Seúl.

Como parte de la parafernalia simbólica que rodeó a la cumbre, pueden señalarse varios puntos que desde ese sentido tiene cierto peso. Primero que todo, ambos “jefes” estuvieron siempre en posición de igualdad, mismo trato dado a sus banderas, etc. ¿Cuál es el objetivo? Que Jong-un se sienta al menos un poco integrado, y no un sujeto extraño en medio de este contexto.

No obstante los avances, los expertos consideran que Trump dejó pasar la oportunidad de obtener mayores “premios” por parte de Kim, tales como un desarme parcial o inspecciones más profundas a los almacenes nucleares que administra Pyongyang.

Como efecto secundario de la reunión, algunos países que ahora mismo no se hallan en la “lista buena” de Washington, podrían haber captado ciertos mensajes. Por ejemplo, si bien por una parte el tema del desarrollo nuclear fue vital en las discusiones, el de los derechos humanos apenas si se tocó. Téngase en cuenta que Trump se atrevió a decir que Norcorea podría convertirse en un destino importante para el turismo, a pesar de que en 2017 un turista norteamericano falleció allí en circunstancias, cuando menos, sospechosas.

En lo adelante, toca pensar que, de ocurrir, las siguientes aproximaciones deberían estar enfocadas en solucionar definitivamente la crisis norcoreana, fenómeno al que ni siquiera se le “araño la superficie” esta vez. Aunque cesarán los ejercicios de guerra, no habrá desnuclearización por parte de Kim, ni retiro de tropas estadounidenses de la península.

Por otra parte, Estados Unidos no es lo que se dice un buen garante de confianza. El haberse retirado del acuerdo nuclear existente con los iraníes, a pesar de que ellos si estuvieran dispuestos a ceder, no les gana muchos puntos, y en todo caso genera dudas y sospechas.

Al final, se saca como punto más positivo la intención de diálogo, factor que tranquiliza el caldeado ambiente, incluso cuando todo lo que se ha hecho es temporal, más que definitivo. La parte buena de todo esto es que al parecer, si de Trump depende, hay disposición para trabajar, y eso nunca puede ser ignorado.