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miércoles, 11 de julio de 2018

Argentina y la clave de los dinosaurios gigantes

Por Idefix

Argentina ha sido testigo de un reciente descubrimiento paleontológico que podría dar a los científicos los datos necesarios para aclarar uno de los misterios más relevantes de este campo de investigación. El hallazgo tuvo lugar en San Juan, lugar en donde un técnico del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad (UNSJ) de esa provincia, encontró algo que al principio parecía un chiste. En 2015, Diego Abelín se encontraba buscando rastros de criaturas del período Triásico, y en medio de sus excavaciones se topó con unos huesos de un tamaño mucho mayor a los que caracterizan a los dinosaurios del esa etapa.

Al principio, Abelín pensó que había dado con restos de una vaca común y corriente, y de inmediato se atrevió a bromear con sus colegas al decir que había encontrado un fósil gigante de dinosaurio. Lo que nunca se imaginó es que su jarana terminaría por no serlo tanto, sino que aquello que había visto era el principio de una revelación mucho más notable.

Según declaraciones de Cecilia Apaldetti, paleontóloga de la UNSJ y primera autora del estudio que vio la luz en la publicación periódica “Nature Ecology and Evolution”, luego de varias comprobaciones, los investigadores determinaron que habían encontrado una especie totalmente nueva, a la que llamaron Ingentia prima, o lo que es lo mismo en latín, “primer gigante”.

Tras el hallazgo de los huesos, los investigadores lograron determinar que pertenecían a dos seres. En declaraciones realizadas a la cadena de noticias BBC, el paleotólogo del museo argentino Feruglio de Trelew, Diego Pol, expresó que calcularon que el Ingentia tenía una masa de rondaba entre los 7 y los 9 mil kilogramos. Asimismo, determinaron que las osamentas databan de 200 millones de años de antigüedad, motivo por el cual sí resultaron ser del Triásico, rompiendo así la idea de que en esa época no habían existido animales de esa escala. Tomemos como punto de referencia que dos colosos como el Diplodoco o el Braquiosaurio, dieron sus primeros pasos por la Tierra hasta 50 millones de años más tarde.

De acuerdo con estimados de los científicos, estos gigantes “vecinos” nuestros caminaron por el planeta en la etapa en que existió Pangea, el masivo supercontinente formado por lo que hoy son América, Europa, Asia, África o Australia, entre otras de las seis grandes masas terrestres en que se divide actualmente el globo terráqueo.

En aquel tiempo, lo que es hoy Sudamérica también era parte de aquella masa descomunal, y como zonas aledañas tenía a África, mientras que al sur quedaba la Antártida, pues entonces aún no había lo que hoy se conoce como el océano Atlántico.

Para responder a la interrogante del tamaño de la criatura hallada en Argentina, hay que empezar diciendo que cuando aparecieron los primeros dinosaurios, hace 230 millones de años, estos tenían tallas mucho más reducidas, casi como la de un lagarto pequeño. Con el paso de los siglos —y de la evolución— estos se fueron transformando en los leviatanes que conocemos. Están entre ellos casos como el Diplodoco, que pesaba cerca de 15 toneladas y medía 30 metro de altura.

Ahora que la humanidad se ha topado con el Ingentia prima, hemos descubierto que el primer paso hacia el fenómeno del gigantismo ocurrió aproximadamente 30 millones de años antes de lo que se pensaba hasta hace muy poco, justo a continuación de que los dinosaurios surgieran sobre la Tierra.

Pol ha referido que cuando cortaron el hueso del nuevo coloso, pudieron apreciar los anillos que indicaban el crecimiento, muy parecidos a lo que se ven en los árboles. Luego de encontrar esos marcadores, pudieron darse cuenta de que en esta especia se apreciaban etapas de crecimiento acelerado, mientras que en el caso de otros dinosaurios esto sucedía de forma estacional, o sea, que lo hacían más en verano o primavera, y en épocas de frío se detenían.

Todo lo anterior permitió a los científicos encontrar la etapa intermedia entre aquellos dinosaurios que crecían entre temporadas y aquellos que lo hacían de forma vertiginosa. Así, en el caso del Ingentia, notaron que contaba con un poco de las dos modalidades, ya que crecía de forma sorprendentemente rápida, y la vez lo hacía en etapas que favorecían, como aquellas de florecimiento o las estivales.

Además de su crecimiento, dentro de los huesos de la masiva criatura se encontraron similitudes con las aves, como son los sacos aéreos, característica fundamental del sistema respiratorio de los “emplumados”, el cual es de largo más complejo y eficiente que el de los mamíferos.

Estos sacos resultaron vitales para el desarrollo y supervivencia del Ingentia, ya que le permitieron tenern un metabolismo más eficiente que lo ayudara a aprovechar lo que comía y convertirlo en suficiente energía para suplir semejante sistema osteomuscular y por ende, al reproductor.

Los investigadores argentinos determinaron además que el nuevo animal resulta cuando menos similar a otro hallado en ese país y uno que fue descubierto en Sudáfrica. Tras el estudio correspondiente, en el cual determinaron los puntos comunes entre todas estas criaturas, reconocieron la aparición de una nueva familia, conocida como los lessemsaurios.

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