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miércoles, 18 de julio de 2018

La Copa después del Mundial

Por Idefix

La imagen del capitán y arquero de la Francia campeona del Mundo, Hugo Lloris, levantando la Copa de la FIFA, es un recuerdo que quedará para la posteridad de este deporte, junto a todas aquellas imágenes que recogen la alegría y euforia del equipo que ha logrado la mayor gloria concebible dentro de un campo de fútbol. Por segunda vez reyes del planeta, los galos adineraron el dorado premio como si se tratara de un sueño aun increíble. De esta forma la sobria estatua pasa de mano en mano. Todos quieren tocarla, y sentir al menos un poco esa magia que tantos geniales jugadores le han dejado.

Así la pequeña estatuilla pasa de mano en mano, pues todos quieren tocarla, y sentir al menos un pedacito de esa magia que tantos geniales jugadores le han dejado. Pero, más allá de la felicidad y la celebración, luego de la ceremonia de premiación, casi nadie se hace una pregunta que vale la pena: ¿a dónde va la copa luego del Mundial? Tras apagarse las luces del estadio, el precioso y brillante artefacto se marcha con los campeones, con quienes se quedará solo un tiempo, antes de regresar con aquellos que se encargarán de él durante los siguientes cuatro años.

Solo semanas después de la final, siempre en un momento cuya fecha se desconoce, el trofeo de la Copa Mundial FIFA es llevado hasta el pueblo italiano de paderno Dugnano, situado al norte de esa nación, cerca de Milán, en donde será cuidado y restaurado para la próxima vez que le toque ser protagonista en la cita del orbe.

En esa localidad trabajan los orfebres de la empresa GDE Bertoni, siete personas encargadas de deshacer las huellas que quedan en la Copa tras las celebraciones, además de grabar en su base el nombre del más reciente selección reina del balompié mundial.

Pietro Bambrilla, de 45 años de edad, señala a su compañero Salvatore Iannetti como el responsable de haber puesto la palabra “Alemania” en 2014. Su compañero, muy modesto, declara que no hay gran relevancia en ello. Bambrilla recuerda además aquel día de hace 12 años, cuando hubo gran jolgorio que hubo en la compañía, con motivo del título obtenido por Italia.

Para marcar el nombre del nuevo campeón se utiliza una enorme máquina eléctrica, similar a una impresora de categoría industrial, cuyo extremo cuenta con un mecanismo parecido al de un pirógrafo. El equipo se activa usando un software que está instalado en un antiguo ordenador personal. La inscripción siempre se coloca de la siguiente manera: primero el año, seguido de un guión y el nombre del campeón en el idioma de su país. Por ejemplo, si Croacia hubiera ganado, se leería 2018-Hrvatska. Este proceso es el único de este tipo al cual se somete el premio, que en 1971 fuera diseñado y manufacturado por el escultor y orfebre Silvio Gazzaniga.

El trofeo, cuya creación fue encargada en 1970, luego de que Brasil ganara tu tercer mundial, sustituyo a la antigua Copa Jules Rimet, que desde 1930 había sido el galardón más codiciado del fútbol.

Para determinar quién fabricaría la nueva Copa, se realizó una convocatoria en la que un total de 53 presentaron sus propuestas. La ganadora fue la firma de Emilio Bertoni, quien con anterioridad había sido el artífice detrás de las medallas que se otorgaron en los Juegos Olímpicos de Roma, celebrados en 1960. En esa época, el dueño de aquella empresa era Giorgio Losa, nieto del creador y designado para presentar ante los directivos de la FIFA la versión en yeso de la escultura.

Desde aquel momento y hasta la fecha, la compañía se ha dedicado a trabajar en la elaboración de las réplicas que se le entregan a los ganadores, las cuales están hechas con una mezcla de cinc y cobre, además de contar con un baño de tres capas de oro.

En lo que respecta a la restauración, luego de concluir el mundial, las dos franjas verdes que se ubican en la base del trofeo son sustituidas por otras nuevas. Esta parte está hecha de un material conocido como malaquita, uno de muy frágil constitución. Tras esta parte del proceso, la Copa pasa por una limpieza y vuelve a ser pulida, todo antes de marcharse a Zúrich, ciudad suiza en donde se ubica la sede de la FIFA.