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domingo, 27 de mayo de 2018

Bebidas frías a la orden

Por Manolo

Beber una cerveza que no esté a la temperatura adecuada puede llegar a ser una experiencia muy incómoda. Y es que el calor provoca cambios químicos en esa sustancia a base de fermentación de la levadura, pues al parecer la luz puede descomponer los ácidos del lúpulo, lo cual afecta el gusto de la bebida y la hace de mal sabor. Por su parte, también un refresco caliente llega a sentirse demasiado dulce, mientras que un té helado no tiene sentido si su temperatura no es la adecuada. La solución hasta ahora era cargar con una nevera o buscar hielo por todas partes, lo cual puede llegar a ser engorroso. ¿Por qué no mejor pensar en bebidas que se enfríen solas?

Lo cierto es que ese adelanto científico está cada vez más cerca de nosotros en estos días. La compañía estadounidense llamada “The Joseph Company” recientemente lanzó un nuevo producto que pudiera dar solución a esa problemática. La empresa, especializada en tecnologías en función de la alimentación, ha creado la lata primigenia del mundo que puede enfriarse sola. La iniciativa ha sido posible a partir del apoyo de organizaciones como la Agencia Espacial (NASA, por sus siglas en inglés) de ese mismo país del norte de América. También obtuvo el premio principal de la Agencia de Protección del Medio Ambiente y condecoraciones del ejército nacional.

La empresa, radicada en el Estado de California, señala que ha empleado más de veinte años para lograr el desarrollo y perfeccionamiento de la tecnología capaz de que los envases metálicos mantengan una temperatura fresca. El dispositivo, denominado “MicroCool” ha sido un reto para el sector de las bebidas enlatadas desde hace más de 70 años. La firma norteamericana también asegura que con la herramienta habrá mayores facilidades para los consumidores. En espacio donde la refrigeración es limitada como los campings, sectores de navegación y pesca se beneficiaran considerablemente. Además, los empresarios aseguran que los pequeños comerciantes serán los principales en comprender el fenómeno de la autorrefrigeración.

Al parecer, el modo de funcionamiento está asegurado a través de una revolucionario método que puede gestionar el enfriamiento automático de cualquier sustancia para beber que los clientes seleccionen. Su capacidad de descalentar los líquidos se consigue en tan solo un minuto y en el proceso no antevienen ni el hielo, la electricidad o cualquier otro tipo de energía. Los dispositivos, cuyo nombre para las ventas será “Chill-Can” y puede ser traducido como lata que enfría, comenzó a venderse en los supermercados 7-Eleven. Al menos las estanterías de quince establecimientos del área metropolitana de la ciudad de Los Ángeles se verán beneficiadas con el producto.

Y es que el frío se encuentra en demanda constante en la industria de las bebidas enlatadas. Una cadena de café y té helados, llamada Fizzics Sparkling Cold Brew Coffee, se asoció a “The Joseph Company”. A partir de ahora los 250 mililitros del envase se podrán enfriar solo con hacer girar una pieza pequeña ubicada en la base del recipiente metálico. Con ese proceso se libera dióxido de carbono de un depósito interior. De 75 a 90 segundos es lo que tarda la tecnología en lograr que el líquido posea una temperatura cercana a los 16 grados Celsius. Sin embargo, el dispositivo añade 150 gramos de peso a la lata y debido a la tecnología su precio debe duplicar el de una lata de Coca Cola convencional.

Tim Cogil, director ejecutivo de atención a las marcas privadas que se comercializan a través de 7-Eleven, expresó que al conocer la innovadora herramienta, su empresa quiso incorporarla como uno de sus productos estrellas con prontitud.

Por otro lado, este no es el primer intento de “The Joseph Company” de abrirse el camino en el mundo de las bebidas que se refrigeran por sí mismas. Hace apenas seis años, la empresa intento asociarse a la gigantesca multinacional Pepsi Co., también originaria de Estados Unidos. En esa oportunidad no usaron CO2, sino un gas conocido como HFC-134ª. Sin embargo, el empleo de este último no se extendió porque aunque no daña directamente la capa de ozono si tiene altas implicaciones en el calentamiento global.