Misterio y fantasmas en un hotel de Córdoba
A lo largo de la semana más reciente un peculiar hotel se ha vuelto muy mencionado en los medios de prensa argentinos. Curiosamente, el inmueble se volvió celebre luego de que el Presidente de la República, Mauricio Macri, se pasara de visita por allí. El edificio se encuentra en Mar Chiquita, en las costas de Córdoba, a solo dos horas y media de la ciudad cabecera de la provincia. La zona es conocida por la comodidad del pueblo en ella radicada, y por las más de 800 hectáreas de agua salada que la circundan. Todo en los alrededores del hotel trasmite una imagen paradisíaca, a excepción del enigmático enclave, el cual está deshabitado desde hace varios años.
El hotel Viena, aunque se encuentra totalmente vacío, es una importante atracción turística local. El presidente decidió llegar hasta la edificación para poder conocer el sitio que atesora increíbles, seductoras y enigmáticas anécdotas e historias. El sitio fue fundado a partir de que la familia del alemán Máximo Pahlke llegó al emplazamiento a mediados de la década del 30 del pasado siglo XX. El empresario prusiano buscaba un espacio donde aliviar los sufrimientos del asma que afectaba a su hija, y de la soriasis que aquejaba a su primogénito. Poco a poco, los niños mejorar su salud.
Fue así que el señor Pahkle decidió invertir cerca de 25 millones de dólares en la construcción de un pequeño hostal que ya estaba situado en el emplazamiento. A lo largo de los primeros años, trabajó en sociedad con la dueña del edificio original. Poco después se hizo con la propiedad total del establecimiento. La esposa del nuevo gerente fue quien seleccionó el nombre del hotel. Viena era precisamente la ciudad natal de la señora Pahkle. El apoderado decidió ampliar la edificación y comenzó un extenso periodo de construcciones y reparaciones.
A lo largo de 1941, aun cuando las obras no habían concluido, numerosos huéspedes decidían viajar hasta allá. Los visitantes llegan en ferrocarril a la localidad de Balnearia, a unos doce kilómetros de Mar Chiquita. Algunos de los trabajadores del hospedaje eran los encargados de ir a por ellos con una carreta de caballos. El hotel admitía al menos cien visitantes y en él trabajaban unas 80 personas. Entre otras prestaciones, el enclave contaba con servicios de aguas termales, peluquería, elevadores, correo y teléfonos. También había una planta que generaba la electricidad propia del edificio y hasta una sucursal de banco. Por las noches, cuando el resto de la ciudad sucumbía a la oscura nocturnidad, el hotel Viena brillaba en uno de los extremos de la ensenada.
Solo dos años más tarde la familia de propietarios decidió abandonar el enclave y dejó a cargo de la propiedad al anterior jefe de seguridad, Martín Krugger. Para incrementar los misterios, el nuevo responsable del hotel apareció muerto en los alrededores de la instalación. Fue ahí cuando comenzaron a aparecer las teorías conspirativas respecto a la gestión del centro. Algunos pobladores aseguraban que el hotel se había convertido en un espacio para lavar dinero para el Partido Nazi de Alemania. Otros comentaron que se trataba de un hospital para que los soldados veteranos de la Segunda Guerra Mundial pudieran sanarse y ser atendidos de sus traumas. También se refirió que podía ser un refugio para los criminales de la contienda bélica. Por aquel entonces, los vecinos también referían que Juan Domingo Perón, e incluso el propio Adolfo Hitler visitaron la instalación.
Luego de la muerte de Krugger el hotel permaneció cerrado por años, y aunque fue gestionado por dos familias argentinas durante cortos períodos, finalmente una inundación terminó por devorar su enorme estructura en 1977. En la actualidad, una Asociación de Vecinos organiza visitas guiadas, mientras un nieto de la familia Pahkle se dedica a desmentir las terroríficas historias de fantasmas y versiones conspirativas que se han trasmitido a través de generaciones.
Si bien el presidente aseguró que solo visitaría el inmueble con fines turístico, nuevas teorías han comenzado a florecer. Ello ha hecho que el hotel vuelva a estar, sorprendentemente, en el centro de interés de los curiosos.