Tus experiencias moldean tu cerebro
Sin dudas, las experiencias traumáticas o fuertes que se dan en la infancia tiene influencia en su desarrollo como personas. Una neurocientífica española analiza en ratones la influencia del estrés y las privaciones en el desarrollo del cerebro joven, evidenciando la importancia del aprendizaje y los cuidados durante los primeros años.
De acuerdo con la especialista desde los primeros años de vida hasta la pubertad el cerebro tiene la máxima plasticidad, que hace que pueda modificarse fácilmente. Esto quiere decir que el de los niños y de los adolescentes es especialmente maleable. Esto se traduce en que las influencias del entorno van a definir los patrones principales de conducta, lenguaje, aprendizaje y hábitos.
Es por ello que los científicos están preocupados y analizan las influencias de una mala experiencia, como una situación de estrés o falta de atenciones. Según Pérez-Otaño, este es uno de los retos científicos y sociales actuales, porque de igual manera que el cerebro en desarrollo es capaz de aprender también es mucho más sensible al estímulo negativo, que incluye malos tratos, abusos, falta de cuidados o mala nutrición. También hay que tener en cuenta las situaciones de estrés a que se someten los menores, en aquellas situaciones que se prolongan en el tiempo como niños que sufren un empobrecimiento ambiental, maltrato o vivir en una institución donde no hay un régimen normal de experiencia sensorial o afectiva. Lo cierto es que, como especifica la especialista, las influencias negativas no vienen dadas por situaciones de estrés puntual, que son normales y tolerables, y lo que hacen es preparar al niño para ser resistente a las adversidades.
Los estudios de Pérez-Otaño están encaminados a determinar los mecanismos cerebrales que hacen a algunas personas más resistentes o vulnerables al estrés o a las adicciones. En ese sentido, en lo referido a las conductas en las que influye particularmente el estrés, la especialista menciona la empatía, el reconocimiento de expresiones faciales, la capacidad de atención y concentración. En el caso de los niños que lo sufren también se pueden dar situaciones en las que sean más sensibles al estrés en la vida adulta o más susceptibles a adicción a las drogas.
Para combatirlo, su consejo es promover las interacciones positivas y la curiosidad de los menores por experimentar y observar el entorno. Además, señala que la nutrición y el sueño también son importantes pues permiten consolidar lo que hemos aprendido.