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lunes, 4 de junio de 2018

Por estos días en la ciencia

Por Geralt

Esta semana se cumple un nuevo aniversario de algunas efemérides totalmente vinculadas al mundo de la ciencia y el desarrollo humano. Algunas de ellas pueden estar vinculadas con el nacimiento o deceso de algún célebre personaje relacionado con este fantástico mundo, mientras que en otros casos el hecho señalado se asocia con el descubrimiento, construcción o aparición de cierto artefacto o tecnología en específico. Un investigador y pionero de la química orgánica, el curioso descubridor del flujo eléctrico, y una presa monumental, son algunos de los sucesos y personas de las que hablaremos aquí, a modo de recordatorio y homenaje.

Un artífice de la química orgánica

El 4 de junio de 1977 nació en la ciudad alemana de Pforzheim, Heinrich Otto Wieland, químico merecedor del honor más grande del mundo científico: el Premio Nobel. Este investigador, formado en las universidades de Múnich, Berlín y Suttgart, cuenta entre sus principales aportes a esta esfera de investigación el estudio de orefins y aromáticos. Además, es muy conocido por haber realizado experimentos relacionados con el ácido fulmínico y su polimerización, el cual a día de hoy está considerado como un verdaderos y significativo precedente por sus sucesores. Como profesor, destacó por su trabajo en los colegios de Múnich y Friburgo entre los años 1925 y 1953.

Gracias a sus estudios con sustancias naturales pudo, entre otros hitos, descubrir y definir la estructura de los alcaloides sintéticos conocidos como morfina y estricnina. Igualmente descubrió compuestos como la pterina tras analizar a las mariposas, y colaboró en la identificación del proceso entendido como deshidrogenización de las células vivas. Aisló el agente activo llamado Alpha-amnitin o amanitina, presente en algunas de las setas con mayor contenido venenoso del planeta. Asimismo, triunfó en su intento por producir radicales estables de nitrógeno orgánico, difenilo y su óxido. Estas últimas pruebas, vitales en el avance de la química orgánica moderna lo llevaron a ganar el Novel de Química en 1927, por su análisis de la composición de los ácidos biliares. Falleció el 5 de agosto de 1957, en la capital de Baviera.

Franklin y el papalote

Benjamín Franklin fue un hombre de esos que se conocen como irrepetibles. Filósofo, político, inventor, y además de todo, científico, este Padre Fundador de la nación estadounidense nación el 17 de enero de 1706 en Boston, estado de Massachusetts. Sus estudios dedicados a entender los fenómenos eléctricos lo llevaron a enunciar los fundamentos de la conservación de este tipo de energía, producto de lo cual escribió el texto “Experimentos y observaciones sobre electricidad”.

Exactamente un día 5 de junio, en este caso del año 1752, Franklin desarrolló su experimento más notable y conocido. Para ello, amarró un hilo de seda a un papalote con estructura de metal. En el extremo de la cuerda colocó una llave del mismo material, y al hacerlo volar en una noche de tormenta pudo percatarse de que este objeto se cargaba con electricidad, lo cual fue la prueba definitiva de que las nubes también lo estaban, y a la vez expuso que los rayos no son más que descargas de este tipo. Como resultado final, inventó un aparato que hasta nuestros días sigue teniendo uso: el pararrayos. Claro que fue pionero solamente en su país, ya que del otro lado del Atlántico el checho Prokop Divis había tenido la primicia.

Tras elaborar su investigación, dio a conocer su teoría del flujo eléctrico, y además del parrarayos, creó en 1744 el artilugio que se conoce como horno de Franklin. Desarrolló también las lentes bifocales, el humidificador de estufas, un catéter urinario, las ancas de rana para nadar, entre otros. Presentó la teoría del fluido único (la que afirmaba que cualquier fenómeno eléctrico era causado por un fluido eléctrico, la "electricidad positiva", mientras que la ausencia del mismo podía considerarse "electricidad negativa").

Quien fuera además un gran abolicionista falleció el Filadelfia, Pensilvania, a la avanzada edad de 84 años, en 1790.

Comienza la construcción de un gigante

El 6 de junio de 1933 se vertió el primer hormigón, el cual dio inició a la construcción de una de las obras ingenieras más impresionantes jamás creadas por la humanidad. Calificada como Monumento Histórico y como una de las siete maravillas de la ingeniería civil norteamericana, la Presa Hoover toma su nombre de Herbert Hoover, Secretario de Comercio y luego Presidente que fue artífice de su desarrollo y concreción.

Este gigante, construido entre 1931 y 1936, vio la luz durante la Gran Depresión, y puede describirse como una presa a base de hormigón, de arco gravedad, que se localiza en el recorrido del río Colorado, el cual separa a los estados de Nevada y Arizona. Su ubicación está a 48 kilómetros al sureste de la urbe de Las Vegas.

Su creación tuvo el objetivo de contener las crecidas del Colorado como resultado del deshielo de las Montañas Rocosas, hecho que comprometía a las poblaciones agrícolas que vivían río abajo. Además, se aprovechó para construir una hidroeléctrica que alimenta a los territorios cercanos.