Pekín y Washington, el choque de dos colosos económicos
Este viernes comenzó con una noticia de impacto, cuando el gobierno de Estados Unidos dio inicio a la aplicación de nuevos aranceles a productos chinos por una cifra que alcanza hasta los 34 mil millones de dólares. Ante tal medida, Pekín no dudó en acusar a sus homólogos de Washington como los iniciadores de la que catalogan como la guerra comercial más grande de la historia de la economía mundial. Según declaraciones del Ministerio de Comercio, la parte asiática se ve en la necesitad de tomar cartas en un asunto sobre el cual había hecho la promesa de no “atacar” primero.
Ante tal medida, Pekín señaló a Washington como el iniciador de la que catalogan como la guerra comercial más grande de la historia de la economía mundial. Según se expresó el Ministerio de Comercio, la parte asiática tuvo que tomar cartas en un asunto sobre el cual había hecho la promesa de no levantar primero la mano.
La reacción de los chinos tiene como objetivo velar por sus intereses y los de sus ciudadanos. Lo que ocurre es que ante semejante situación no es solo preocupante lo que pase entre los dos Estados, sino cómo el daño colateral de la confrontación pudiera repercutir en el resto del planeta.
Como primer paso, a partir de este viernes una enorme cantidad de producciones procedentes de la nación asiática tendrán un gravamen en sus precios de entrada a Estados Unidos de alrededor del 25 por ciento, lo cual significa que los precios dentro del mercado norteamericano crecerán en esa misma medida. Entre los productos que se verán directamente afectados están los relacionados con la tecnología, tales como microchips semiconductores, los cuales se ensamblan en aquel país y que se hacen muy necesarios para el ensamblaje de otros equipos como televisores, teléfonos móviles, automóviles y ordenadores. Por demás, hay otra gama que se vería perjudicada, dentro de la que están los reactores nucleares y los plásticos.
De acuerdo con cifras del Instituto Peterson para la Economía Internacional (PIIE, por sus siglas en inglés), más del 90 por ciento de los productos que serán penados por los aranceles norteamericanos, son aquellos que se conocen como bienes de capital o productos intermedios, entendidos como aquellos que son imprescindibles para fabricar a su vez otros productos. Todo esto significa que tales medidas podrían tener un impacto en otras líneas, entre ellas algunas que no se venden solo en Estados Unidos. El objetivo real de este nuevo paquete de gravámenes, es dañar directamente los productos que se incluyen en la iniciativa “Made in China 2025”.
Por su puesto, ante los ataques, Pekín ha decidido dar pelea también. Así es que han comenzado a dirigir sus “golpes” hacia sectores como el de la agricultura, uno de los puntos fuertes de la administración de Donald Trump. Eso lo hacen porque más del 90 por ciento de los 545 productos que están siendo castigados forman parte de tal sector. También se han visto implicados en el contraataque chino, la industria automovilística, los insumos médicos, la energía (carbón y petróleo).
Vinesh Motawi, miembro del centro de investigaciones conocido como Ruta de la Seda, explicó que sus contactos en China no auguran un futuro demasiado alegre, pues incluso piensan que podría ponerse mucho peor de lo que está ahora mismo. El estudioso, que recién regresó de un periplo por el continente oriental como parte de su trabajo, que consiste en sondear a los empresarios de aquella zona geográfica, declaró que existe más cautela y menos confianza. Al final esto se traduce en que las expansiones posiblemente se detengan, y si esto afecta a China, también lo hará con el resto de los países del área.
Eso significa que los planes de expansión pueden verse congelados. Si el crecimiento chino entra en recesión, eso significaría un impacto directo para el resto de Asia. Paralelamente, otras naciones como Corea del Sur, Taiwán o Singapur pueden verse impactadas por las alteraciones en la cadena de abastecimientos.
Washington y Pekín tendrán que lidiar con las repercusiones en mayor escala, con riesgo de que el 0,25 de sus respectivos PIB disminuya en 2018, y hasta 0,50 en 2019. Además, según Taimur Baig, jefe de los economistas del banco DBS, si China crece de un 6 a un 7 por ciento anualmente, y los Estados Unidos lo hacen entre 2 y 3, estos últimos podrían salir más afectados.