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miércoles, 23 de mayo de 2018

El amor explicado por la neurociencia

Por Geralt

Muchos son los estudios realizados por neurólogos y científicos dedicados a dilucidar el funcionamiento del cerebro humano, en los cuales se ha intentado entender, por ejemplo, cómo y dónde guardamos nuestros recuerdos, en qué parte se originan y controlan la ira y el miedo, además de cómo realizamos los razonamientos. No obstante, poco o nada se sabe sobre uno de los sentimientos más complejos, poderosos y universales de todos: el amor. Hace algunos años, una investigación realizada en la Universidad de Concordia, situada en Canadá logró encontrar el lugar preciso en donde tiene lugar el origen del tan mencionado enamoramiento.

De acuerdo con los expertos de esa casa de altos estudios, el sitio en donde el amor tiene lugar está muy cerca de aquel en donde despierta el deseo sexual, aunque aclararon que ambos se encuentran claramente separados. Además, el estudio probó que la zona cerebral en donde se ubica este sentimiento es la misma en donde se localiza la adicción a las drogas.

En previos análisis científicos realizados con anterioridad, se había podido entender que las emociones de los seres humanos surgen en el conocido como sistema límbico, el cual está compuesto por un conjunto de estructuras de gran relevancia para el cuerpo, como son, por ejemplo, el hipocampo y las amígdalas. Este sistema gestiona y controla varias funciones del organismo más allá de las emociones, entre las que se incluyen la conducta, la capacidad de atención, los estados de ánimo, la memoria o el placer.

Claro que hasta cierto tiempo no se había podido entender el lugar exacto del «romance», debido a su enorme complejidad en comparación con otras emociones más primitivas como la ira o el placer. El punto está en que el amor tiene una composición mucho más abstractas, y por ello involucra en el proceso a varias áreas del órgano cerebral.

Durante la investigación, en donde además de miembros de Concordia participaron neurocientíficos de las universidades estadounidenses de Syracuse y Virginia Occidental, y también del Hospital Univesritario de Ginebra, Suiza, se diseccionaron hasta 20 diferentes estudios previos que habían revisado los nexos entre actividad cerebral, amor, y deseo sexual.

En los estudios se había sometido a los participantes a resonancias magnéticas funcionales (fMRI, por sus siglas en inglés), las cuales sirvieron para poder apreciar la actividad cerebral mientras los sujetos eran expuestos tanto a imágenes con contenido erótico, como a fotografías de aquellas personas por las que sentían un enamoramiento.

Encontrando los «culpables»

Como resultado, se conoció que existen dos estructuras específicas dentro del cerebro, responsables a la vez por el deseo sexual y el amor. Su nombre: la ínsula y el núcleo estriado. La primera de ellos constituye una sección de la corteza que se halla plegada entre los lóbulos temporal y frontal. La segunda, se ubica muy cerca, en la parte del cerebro anterior, y fue señalada como el centro en donde se activan las emociones afectivo-sexuales.

Si bien por una parte el lugar en donde se origina el deseo sexual está estrechamente asociado con objetos de placer tales como la comida, dentro del núcleo estriado la «zona del amor» es muchísimo más compleja, y aunque igualmente se activa con las anteriores sensaciones mencionadas, funcional únicamente cuando está presente lo que los científicos llamaron «un valor inherente», el cual debe funcionar como estimulante.

De acuerdo con Jim Pfaus, encargado de la investigación, nadie se había atrevido antes a poner juntos ambos sentimientos con el objetivo de entender los diversos patrones para su activación. Además, el profesor agregó que la suposición previa es que estarían separados, y que luego de concluido el examen, se pudo saber que a pesar de conectarse con áreas particulares, estas a su vez sí que están conectadas.

Pfaus explicó que si por un lado el placer sexual tiene una meta específica, el amor es mucho menos explícito, ya que depende en menor medida de la presencia física de la otra persona. También se refirió a la sorpresa que significó conocer que la zona del núcleo estriado relacionada con el amor, a la vez se encontraba vinculada con la adicción a las drogas. Esto último lo explico diciendo que el amor es una especie de hábito que surge con el deseo, y que termina funcionando como un sentimiento al que la gente se vuelve adicta.