Faldas al mando en Wall Street
Stacey Cunningham tiene 43 años y es ingeniera industrial de profesión. Comenzó su carrera como especialista de ventas para una de las filiales del Banco de América (Bank of America, en inglés). Allí permaneció entre los años 1996 y 2005. Posteriormente, luego de abandonar ese empleo, comenzó a desempeñarse como directora ejecutiva en el sistema que organiza el índice tecnológico Nasdaq. Por fin, en 2012 hizo su entrada triunfal a la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange), momento en que sus sueños empezaron a materializarse. Tras más de un lustro de incansables acciones, esta inversora obtuvo resultados, pues se convertirá en la primera mujer al frente de Wall Street.
En ese lugar permaneció entre los años 1996 y 2005. Posteriormente, luego de abandonar ese empleo, se incorporó como directora ejecutiva en el sistema que organiza el índice tecnológico Nasdaq. Por fin en 2012 hizo su entrada triunfal a la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange). Sus sueños comenzaban a materializarse. Tras más de un lustro de incansables acciones, la inversora obtuvo resultados: será la primera mujer al frente de Wall Street.
Desde hacía tres años, Cunningham había comenzado a ocupar el segundo puesto de mayor relevancia dentro del parque económico ubicado al centro de la ciudad más populosa del planeta. Era la directora de operaciones de la entidad. En aquel momento, su recién obtenido puesto fue considerado como un logro para muchas otras féminas. El mundo de las finanzas sigue siendo uno de los espacios donde la cultura patriarcal mantiene sus raíces más firmes. Así afirman diversas investigadoras dedicadas a estudiar el rol de las damas en la sociedad.
De acuerdo con los registros oficiales de esa Bolsa, sus principales ejecutivos son 21 y de ellos, solo cuatro son mujeres. El ascenso que la administrativa recibiera recientemente marcará un antes y un después en la historia del comercio norteamericano. Luego del nombramiento, dos de los tres mercados bursátiles más importantes de los Estados Unidos están siendo comandados por mujeres. La otra fémina al frente de una entidad económica de gran relevancia es Adena Friedman, quien asumiera responsabilidades como consejera delegada del Nasdaq, el año pasado. Esa estructura financiera se concentra en el mercado electrónico.
Cunningham ha declarado que su acercamiento inicial a la Bolsa neoyorkina fue alrededor de 1994, como becaria, realizando una practicas estudiantiles por mandato de su universidad. Desde entonces se sintió atraída por el ambiente de ese espacio de trabajo y cuando vio la oportunidad comenzó a escalar las posiciones necesarias para llegar hasta su directiva. La administrativa también reveló que uno de los personajes que la inspiraron a seguir adelante fue Muriel Siebert, la primera fémina que comenzó a laborar en Wall Street allá por el año 1967.
La principal misión de la empresaria será el mantenimiento de las entidades económicas físicas en contraposición al paso firme y constante que tienen los sistemas de comercio electrónico. Desde su cargo como cabeza del consejo que organiza y prepara el mayor mercado de capitales del mundo, Cunningham prometió que continuará trabajando para asegurar la permanencia de muchas compañías globales bajo el ala protectora de Wall Street.
La economista accederá a la cabeza del mayor mercado de valores del mundo como su presidenta número 67, a lo largo de un total de 226 años de existencia. Su tarea será gestionar las labores de unos 800 subordinados, así como tramitar acciones que genera beneficios cercados al millón y medio dólares diarios. Esto se corresponde con la quinta parte del mercado estadounidense.
Diversos medios de prensa señalan que la preparación de la nueva presidenta es realmente admirable. Se graduó de la universidad de Lehigh, en Pensilvania con honores y desde entonces ha batallado para conformar un currículo impecable. Desde que asumiera la Dirección de Operaciones del parque bursátil tuvo fuertes responsabilidades bajo su mando. Su principal encargo era garantizar que la mayor parte de las funciones de Wall Street operaran a la perfección.
Además, sobre sus hombros recaía el deber de establecer debates directos con los reguladores gubernamentales para proteger los intereses de quienes invierten en la bolsa. A pesar del esplendor del que hoy se benefician otros parques bursátiles competidores, así como las transacciones telemáticas, el sistema financiero de Nueva York pudo sostener sus especificidades. Actualmente, continúa acogiendo al mayor número de negocios de acciones en los Estados Unidos, con una cifra equivalente al 22 por ciento.