Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

jueves, 10 de mayo de 2018

Una amenaza desde las redes

Por Manolo

Aunque el vocablo “Incel” pude resultar novedoso para muchos de nosotros, su empleo se remonta a fechas ya tan lejanas como 1993. En aquel momento una mujer miembro de la comunidad LGTBIQ acuñó el concepto tras asegurar que su físico era la causa de que nunca había podido establecer relaciones interpersonales y por la cual permanecía célibe.

La intención de la joven era crear una comunidad de apoyo para personas con iguales inseguridades. Sin embargo, luego de 25 años, las metas que perseguía su creadora se han deformado, al punto de que actualmente la denominación no hace más que representar a una subcultura popular que no se esconde para reflejar odio hacia las féminas.

Y es que ene nuestros días este pseudomovimiento se ha degenerado a tal punto que ya no significa nada de lo que originalmente fue, pues ahora, en vez de ser un movimiento que sirva como “red de seguridad” a ciertos desplazados sociales, es una subcultura que ha convertido al odio y la violencia en sus principales guías, y que ha causado el dolor de muchas familias.

Su miembros son todos del género masculino y de inclinación heterosexual, los cuales a través de internet han logrado unirse en una cruzada que va dirigida a reivindicar su derecho a tener sexo.

Una de sus figuras más importantes fue Alek Minassian, un joven canadiense de 25 años que decidió atacar con su camioneta a un grupo de personas en la ciudad de Toronto, logrando como resultado la muerte de 10 personas y más de 15 con heridas de diferentes gravedades. Lo que en un principio fue catalogado como un acto de simple terrorismo, era además la forma de expresión de un grupo que ha optado por llamarse como “célibes involuntarios” o Incel, quienes usan como modus operandi la violencia contra personas del sexo opuesto, que según ellos se han negado durante toda su vida a tener relaciones sexuales con ellos.

Sin embargo, el primero en colocar en el foco público al movimiento fue Elliot Rodger, autodenominado “incel” que en 2014, a la edad de 22 años, se atribuyó el asesinato de al menos seis personas dentro del campus universitario de Isla Vista, localizado en el estado de California. Tras cometer ese crimen, Rodger se suicidó, aunque antes había dejado un mensaje en donde declaraba que este acto había sido el resultado del rechazo de las mujeres hacia él.

“Me he visto obligado a soportar una existencia de soledad, rechazo y deseos insatisfechos, y todo porque las chicas nunca se han sentido atraídas hacia mí. Ellas dieron su cariño, sexo y amor a otros hombres, nunca a mí. Todavía soy virgen, y ni siquiera he besado nunca a una chica”, expuso en el video que grabó justo antes de lanzarse a la masacre.

Este discurso llegó a convertirlo en una especie de figura de culto dentro de otros “incels” como el propio Minassian, quienes mediante internet han creado una especie de programa basado en derrocar a lo que ellos llaman “Chads” y “Stacys”, o sea, aquellos hombres y mujeres jóvenes y atractivos que sí logran emparejarse con otros y tener sexo.

Mientras, también tienen un nombre para los “chicos del montón”, a quienes autodenominan “normies”. Por ejemplo, las chicas que no tienen grandes atractivos son llamadas “Beckys” o “femoides”, las cuales según su propio canon deben vestirse de manera un poco más provocativa para lograr que los muchachos se fijen en ellas.

Según Capitolina Díaz, socióloga especializada en género, este tipo de actitud es normal en personas que pueden identificarse como fanáticas y reaccionarias, e incluso la compara con la posición que daban los nazis a los judíos. Para ella, poner a las féminas en una posición de objeto “no humano” les permite ser capaces de justificar acciones violentas que pueden llegar hasta el asesinato. Todo esto ocurre porque estas personas olvidan en sus “víctimas” el elemento del pensamiento y las ven solo como cuerpos.

Claro que todo este fenómeno es posible solamente como un resultado de internet y de las redes sociales como Facebook y Twitter. Incluso tiempo después, cuando redes como Reddit han decidido cerrar estas comunidades que promueven el odio y la violencia contra las mujeres, se mantienen otros espacios como incels.me, en donde los usuarios usan capturas de pantalla para compartir sus contenidos.

De acuerdo con Capitolina Díaz, este tipo de sucesos es difícil de ver en la realidad física, en donde difícilmente dos o más sujetos con ideas “barbáricas” como esta puedan entrar en contacto. Si bien por una parte en un grupo social es poco problable que coincidan varias personas misóginas y tan violentas, en internet existen comunidades que específicamente dan espacio para que ellas se encuentren.

Uno de sus principales opositores en la red de redes ha sido el escritor David Futrelle, creador y coordinador del blog “We Hunted the Mammoth”, en donde se opone abiertamente a estas manifestaciones que considera surgidas al calor de la violencia antifeminista creciente a lo largo de los últimos años.

Por si fuera poco estos “incels” no trajana solos, sino que además de promover sus tóxicos mensajes, forman parte de un movimiento incluso más peligroso e influyente: los supremacistas blancos. A través de la organización defensora de los derechos civiles conocida como Southern Poverty Law Center se ha llegado a saber que la misoginia tiene gran presencia en el mapa de odio de los Estados Unidos.

En un estudio realizado por Everytown for Gun Safety, puede apreciarse que de cada diez atentados o masacres perpetrados en territorio estadounidense, por lo menos en nueve de ellos los culpables eran hombres con antecedentes de violencia de género.

Jessica Valenti, periodista de The New York Times a cargo de la columna “Cuando los misóginos se convierten en terroristas”, opina que a pesar de la enorme evidencia que vincula a los asesinos en masa con grupo de odio antifeminista, estamos aun en un momento en que decidimos llamarlos “lobos solitarios”, cuando la realidad indica que deberíamos estar pensando como sociedad en evitar que estos sujetos lleguen a convertirse en psicópatas.