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martes, 10 de julio de 2018

La inmigración marca el Mundial

Por Manolo

Luego de más de 60 partidos y muchísimos goles, en la recta final de la Copa del Mundo en su edición Rusia 2018, cuatro equipos llegaron con las esperanzas intactas a las semifinales, último paso antes de la ansiada definición que nos dejará esta vez un campeón diferente al que levantó el trofeo hace cuatro años en tierra brasilera. Francia, Bélgica, Croacia e Inglaterra lucharán con sus mejores armas para quedarse con un boleto para jugar el próximo domingo en el estadio Luzhnikí de Moscú. Lo que a la luz de los acontecimientos resulta particularmente curioso que de estas selecciones, tres estén integradas en gran parte por jugadores que descienden de inmigrantes.

De los 23 jugadores que integran la escuadra francesa, un total de 16 tienen como mínimo a un padre que nació lejos de esa nación, además de otros dos cuyos predecesores fueron dados a luz en territorios de ultramar situados en el Caribe, los cuales también se consideran parte de aquel país europeo.

En el caso de belgas —con once— e ingleses —con cuatro—, algo parecido ocurre con sus integrantes, quienes también son hijos de inmigrantes. En el caso de los Tres Leones, seis de sus muchachos tienen ascendientes de caribeños, e incluso uno de ellos, el extremo Raheem Sterling, vio la luz en Jamaica.

Para los franceses este es un fenómeno muy normal. En 1998, año en que consiguieron ser campeones mundiales por primera y única vez hasta la fecha, aquel éxito significó una forma de celebración de la diversidad étnica y racial del país, al punto de que las personas nombraron a aquel conjunto como “equipo arcoíris”.

No obstante, también ha habido problemas, como los sucedidos en 2002, cuando los jugadores mestizos amenazaron con boicotear la selección en señal de protesta contra Jean-Marie Le Pen, candidata de extrema derecha que en ese momento amenazaba con aspirar a la presidencia, aunque luego se quedó en la segunda vuelta. .

Luego aparecen los Diablos Rojos, quienes tienen en sus filas a hombres como Vincent Kompany y Romelu Lukaku, ambos de padres congoleses. Por si fuera poco, papá Lukaku jugó para la nacional de Zaire en la última década del pasado siglo. Las cosas han cambiado mucho desde 2002, cuando solo dos de aquellos integrantes tenían ascendencia extranjera.

En este momento, cuando los resultados de los belgas en Rusia han sido espectaculares, en su país se vive un gran conflicto que afecta a muchas aristas de la vida en ese Estado. La situación se ha vuelto más intensa por el choque entre las regiones de Valonia y Flandes, las cuales tienen sus propios idiomas y visiones del mundo, y que han generado tensiones separatistas y descontrol en esa nación. Durante las elecciones de 2010, e triunfo de la Alianza Neo-Flamenca (N-VA, por sus siglas en flamenco) causó tanto caos que Bélgica estuvo sin gobierno durante casi dos años.

Así es que un grupo que cuenta con jugadores de ambas partes, y además con un técnico español, no hace más que probar la posibilidad de que la unidad es posible. Por si fuera poco, la mayoría de sus integrantes juegan en la Premier League, y se comunican en inglés.

Por último, con respecto al equipo de La Rosa, los “extranjeros” son parte fundamental en las alineaciones del míster Gareth Southgate, alguien que contrario a todo pronóstico ha llevado a los ingleses a planos estelares.

El propio Southgate ha dicho que considera a su plantilla como un grupo marcado por la diversidad y también por la juventud, motivo por el cual de alguna manera sirve para ejemplificar los tiempos que ahora mismo vive el país, y trascender más allá de la cancha, llevando el cambio a otras esferas de la vida inglesa.

Sin embargo, para algunos especialistas, estos equipos multirraciales y culturales, no necesariamente tienen un impacto tan fuerte como el que deberían. Según la fundadora de FARE Network, Piara Powar, que tal situación se manifieste en 3 de los cuatro semifinalistas del Mundial es algo simbólico, pero experiencias previas han probado que la sensación dura cuando mucho unos meses en el imaginario popular.

Para Powar, si Inglaterra cae en semifinales, no habrá forma de asegurar que Sterling no se convertirá en un chivo expiatorio igual que ocurrió con el descendiente turco Mesut Özil cuando Alemania se quedó en fase de grupos.

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